“Porque así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales, de la misma manera, todo modo de preparar y disponer el alma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en disposición de la vida para la salud del ánima, se llaman ejercicios espirituales” (Ignacio de Loyola, 2). Este trabajo parte del libro-manual escrito en el siglo XVI, del mismo nombre, en donde se describen una serie de acciones, meditaciones y oraciones diseñadas para que un individuo las realice por un periodo de 28 a 30 días para buscar un estado de gracia. Los ejercicios descrito por Loyola incluyen consideraciones acerca de la humildad, el altruismo por el bien de la vida religiosa, reflexiones sobre la tendencia propia de caer en pecado y hacen numerosas referencias a la creencia que el propósito más alto del hombre es glorificar a Dios en lugar de a sí mismo.